Este texto es una compilación de dos entradas pasadas que podrás encontrar en este mismo blog: “De como inicio Educambiando” y “Edu-Cambiando”. Juntas cuentan detallada y emotivamente toda la historia de nuestra comunidad de aprendizaje, desde sus inicios, hasta su cierre en agosto del 2024. Además, nos ayudan a mirar hacia el futuro, ahora que han pasado algunos meses desde nuestro cierre y conocemos un poco sobre los siguientes pasos. Esperamos lo disfrutes.
Los inicios de Educambiando se gestaron dentro de los planes para un proyecto llamado Bioconciencia Educativa, el cual buscaba proporcionar a las escuelas metodología y material didáctico que les ayudara a adaptarse de una mejor manera al nuevo modelo educativo. Cuando el equipo fundador de Bioconciencia Educativa se vio reducido a solo dos miembros, la iniciativa dio un giro y dejó de ser un producto el cual vender a las escuelas, para convertirse en algo parecido a una escuela. Fue entonces que el primer Educambiando vio la luz, como un centro que ofrecía talleres vespertinos alrededor de las ocho inteligencias de Howard Gardner.
Durante esta etapa abundaba la variedad tanto en facilitadores como en talleres, ya que se ofrecía todo tipo de actividades, como gimnasia, arte, cocina, fotografía, y hasta un taller para aprender a ser DJ. Sin embargo, la gran cantidad de sueldos que era necesario cubrir y la baja asistencia a los talleres, hicieron que el proyecto se volviera poco redituable rápidamente. A la par de los talleres vespertinos comenzó otra iniciativa, con el mismo nombre de Educambiando, pero bajo la premisa de “Educación Consciente”, que ofrecía una alternativa a la escuela establecida y por lo tanto tomaba lugar en las mañanas. Sorpresivamente esta opción comenzó a recibir mucha más atención y asistencia por parte de familias buscando alternativas. Ya que el sostén de las actividades matutinas recaía únicamente sobre los miembros fundadores y no era necesario pagar sueldos extras, este segundo Educambiando rápidamente se convirtió en la mejor opción.
Fue en este momento que el aprendizaje autodirigido tocó a nuestra puerta, y se formó un hibrido entre aprendizajes. Todos los días contaban con cinco horas de actividades, las cuales comenzaban y terminaban con una asamblea. De las horas restantes, las dos primeras horas se dedicaban a talleres preestablecidos por los facilitadores, y las últimas dos horas los niños y niñas tenían la oportunidad de explorar su autodirección a través del juego libre o de cualquier actividad que quisieran realizar. Esta mezcla de dirección con autodirección tuvo gran resultado entre papás y mamás, ya que aparentaba dar la seguridad de proporcionar contenidos tradicionales como matemáticas y ciencias naturales, a la vez permitiendo espacios de juego libre. Sin embargo, después de casi un año de trabajar así, y tomando en cuenta los principios de la autodirección, se volvió evidente que este hibrido no honraba ni al aprendizaje formal ni al autodirigido, y aunque algunas personas se adaptaban fácilmente, otras cuantas experimentaban confusión e incluso frustración. A pesar de estas evidencias, el cambio total hacía la autodirección aún nos generaba aprensión y miedo, ya que presentar a papás y mamás con la idea de un modelo completamente autodirigido no parecía una tarea fácil.
El cambio hacía la total autodirección sucedió cuando nos mudamos al bosque de Rancho Viejo. Y aunque este cambio radical de sede y de paradigma resultó en la perdida de la mitad de las familias, consolidó a Educambiando como un Centro de Aprendizaje Ágil, y nos volvimos parte de la red de centros de aprendizaje autodirigido a nivel mundial. Además, impulsó la energía hacia una efervescencia total en la autodirección.
Los cambios siempre se dieron tanto afuera como adentro, ya que con la llegada de eso que nos llevaba hacia donde nos queríamos mover, llegó también la deconstrucción de cada quien como personas individuales y como equipo. Nos enfrentarnos a la necesidad de hacer cambios en nuestras formas de trabajar y de relacionarnos, de acompañar. Fue todo un proceso de irse quitando capas de escolarización, de probar cosas y encontrar nuestro lugar. Y al mismo tiempo, dentro de esta deconstrucción personal, había que seguir escuchando a las familias, sus preocupaciones, sus dudas, malabarear entre las que ya estaban agarrando la onda y las que iban llegando sin conocer nada sobre los procesos y el modelo. Sortear a los niños y niñas que se aburrían y a las que apenas empezaban a experimentar con su libertad, encontrar un balance entre los ofrecimientos y el dejar que las cosas sucedieran.
El 2019 fue el año en que pudimos consolidar mucho la cultura, ya no nos encontrábamos sin saber qué estábamos haciendo, se empezaron a ver frutos en los niños con respecto a los acuerdos. En ese tiempo también llegaron muchas personas nuevas, hubo un boom, Educambiando estaba lleno, en especial de personas chiquitas. Entonces vino una época de más estabilidad, donde se sentía más fuerza en el centro y empezamos a poner atención en que se llevará la cultura a la casa. Pusimos especial atención en formar a las familias, en convocar a talleres, y en crear seminarios de desescolarización para las familias recién ingresadas. Teníamos sesiones con las facilitadoras para mantener la cultura y las herramientas frescas. Hubo una consolidación de la cultura en todas las direcciones, hicimos más entrenamientos, y muchas personas empezaron a querer colaborar con Educambiando. Se empezó a notar que estábamos haciendo algo diferente.
Eso diferente que estábamos haciendo se empezó a ver reflejado en las niñas, niños y jóvenes que acompañábamos. Como aquellas que estuvieron desde pequeñitas y nunca conocieron nada más que Educambiando, quienes aún no sabían hablar bien, pero ya andaban por ahí viendo que pasaba con los más grandes. Si hablamos de resultados ahora podemos ver toda esa autonomía, podemos ver una clara manera de reconocer y de observar patrones y hábitos. Cosas de culturas que están siendo perpetuadas en otros contextos sociales que no solo son capaces de reconocer, si no de decidir si aceptarlas o no. Pueden decidir qué les gusta, qué les divierte, qué les llama la atención de esas otras culturas, qué les sirve y qué no. Tienen la capacidad de ver con una perspectiva más amplia, y no solo de encontrarse inmersas en una corriente que está ahí puesta y que ni se nota. Tienen la capacidad de entender que hay diferentes estructuras, y aunque no lo verbalicen ni lo definan, nos damos cuenta de cuan fácil les es reconocerlo.
Más allá de las habilidades para navegar las diferentes culturas, el sentido de agencia que estas personas fueron adquiriendo ha sido muy significativo. Desde la total libertad hubo personas que aprendieron a leer, a escribir, sobre geografía y sobre ciencias, conduciendo sus propias investigaciones. Otras personas aprendieron a tocar instrumentos, guitarra, piano batería bajo, aprendieron a programar, a diseñar video juegos, a hacer animaciones en stopmotion y obras de teatro. Otras más desarrollaron su motricidad a través de diversas manualidades. La pregunta de qué quieres aprender, se convirtió en qué quieres hacer hoy, en qué te quieres volver bueno, qué quieres desarrollar que te da satisfacción. Los aprendizajes se fueron convirtiendo en peticiones, en ofrecimientos, en desarrollo de habilidades y todo se volvió muy multidisciplinario. Hubo clases de acrobacia, de telas, de artes, se sembraron muchas cosas en el huerto. Los adolescentes se empezaron a graduar con este sentido de agencia y con la libertad que les dio el poder reconocer en qué eran buenos y qué les gustaba. Estas personas jóvenes tuvieron tiempo suficiente para saber que querían hacer con sus vidas en ese momento, eligieron carreras y caminos, decidieron si ir o no a la universidad, si viajar a otros países. Y emprendieron esos caminos con una amplia gama de habilidades y herramientas para la autoorganización y la resolución de conflictos, así como con un profundo conocimiento de sí mismas, para cada vez tomar mejores decisiones en la vida.
Además, podemos ver algo en estas personas que tiene mucho que ver con uno de los principios del modelo: las relaciones genuinas. Y esto va más allá de tratar de sostener una cultura de paz, de respeto, de tolerancia, de diversidad y de todos esos valores que queremos cuidar. Esta cosa que tiene que ver con las relaciones genuinas permite que, aunque todos y todas entendemos que queremos cuidar eso, también entendemos que estamos en un proceso y no nos juzgamos cuando no lo logramos del todo. Un espacio donde existe esto y las personas no tiene vergüenza ni prejuicios para poder realmente expresar su realidad, posibilita que se establezcan relaciones muy cercanas, muy honestas, muy verdaderas entre personas de edades muy distintas, y la verdad esto, no sucede en muchas otras partes.
Y qué decir de todo aquello que empezó a suceder hacia afuera. Cuando del aburrimiento comenzaron a surgir las ganas de hacer cosas más osadas, grandes proyectos como iniciar un podcast, Tembikai o Expresarte. Este último dio una muy buena impresión a los adultos de La Casa de Nadie, donde ocurrió. Incluso comentaron que los jóvenes estaban haciendo algo mejor de lo que muchos adultos hacían. Así aprendieron a organizarse y coordinarse, a resolver. Como en Patitas, donde todas jugaban con grados de responsabilidad bastante altos para su edad, recaudaban fondos, creaban eventos, bañaron y ayudaron a esterilizar a muchos perros y gatos.
Educambiando comenzó a ser un polinizador y a llevar semillas a otros centros y a otras organizaciones. Empezamos a tener impacto tanto local como nacional. Personas nos visitaban de otros países y sin necesariamente presumirlo o anunciarlo Educambiando se convirtió en un epicentro, en un ejemplo, en una buena referencia.
Sin embargo, detrás de todo este impacto y esta magia siempre existió el reto de la monetización, entre otros. A causa de problemas financieros recurrentes, la necesidad de entregar la casa que fue nuestro hogar durante 7 años, y cambios en las familias participantes, Educambiando tuvo que cerrar sus puertas como comunidad de aprendizaje en agosto de 2024. Con sentimientos encontrados nos reunimos una última vez para recordar la historia, agradecer a todas las personas que nos colmaron de regalos e hicieron este proyecto posible, y también a mirar hacia el futuro.
Ese futuro está lleno de posibilidades y cambios, como el mismo nombre del proyecto lo ha pregonado siempre. Dentro de esta nueva iteración, iniciativas intrincadamente ligadas a Educambiando, como la asociación civil Comunidades Ágiles de México (CAM) y el Centro Comunitario Ágil Maquique nos ofrecen rutas nuevas a seguir. Con la firme intención de promover el desarrollo integral del ser y la transición hacia el buen vivir, a través de la educación y la creación de culturas regenerativas de paz, Educambiando y su historia siguen latiendo fuerte en cada paso que damos, hacia lo que sigue.
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